Dos adaptaciones.

Nunca me entusiasmaron mucho las adaptaciones literarias a la historieta. Claro que hay malas, buenas, y excelentes pero en sí no me resultan atractivas, o al menos no me resultan más atractivas que una historieta original. De todos modos, si pienso en esto o si surge el tema por casualidad, hay dos casos que rescato de inmediato y que, aparte, se trata de dos historietas que siempre vuelvo a releer.




La primera es Un mensaje imperial de Franz Kafka por Leopoldo Durañona. En este caso lo destacable es que el texto se reproduce entero, fragmentado a lo largo de las viñetas que componen las cuatro páginas pero sin ninguna síntesis con respecto al original. Se podría decir que no es en realidad una adaptación sino el propio relato de Kafka pero ilustrado "en forma de historieta". De hecho las imágenes de cada viñeta muestran casi redundando lo que el texto señala, sin embargo me resulta una obra genial en sí misma, como historieta y no como adaptación. Justamente porque el uso literal de texto no deja a la imagen en segundo plano ni la ausencia de diálogo lo hace sentir "pesado", van a la par. Y creo que ese efecto es posible por la fuerza de las imágenes de Durañona que se lleva la historia a su propio mundo. Cuando leí la historieta ya había leído el relato de Kafka, y en mi impresión las imágenes eran totalmente distintas, la historia hablaba de otra cosa y el efecto de la lectura era otro, eso no le quita poder a la historieta, por el contrario. El mismo relato, con las mismas exactas palabras, está convertido en otro distinto gracias a unas imágenes pertinentemente majestuosas.

El segundo caso me fascina por razones muy diferentes.



Se trata de La gallina degollada de Horacio Quiroga, por Carlos Trillo y Alberto Breccia. En este caso sí se ejerce la adaptación propiamente dicha. El pasaje no convierte a la historia en otra cosa, se cuenta lo mismo que en el cuento pero sin usar la transcripción y la magia que tiene no está sólo en esa capacidad de conservar la esencia de la obra adaptada sino en superarla. Sí, quiero decir que la historieta me parece mucho mejor que el cuento de Quiroga, o al menos más efectivo como relato, para representar la propia expresión de Quiroga. Así lo experimenté porque en el momento que lo leí me agarró desprevenido, no conocía el original y sentí literalmente el horror que se narra. Tiempo después cuando leí el cuento me pareció que le faltaba muchísimo la síntesis que vuelve a estas nueve páginas un relato poderosísimo y ni hablar de la impresión que dejan las imágenes. 

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